Y como toda mujer tomé coraje y me decidí a venir

21 junio, 2022by admincooperativa0

Hace poco fuimos a visitar a Carmen en uno de sus tantos cáterings y charlamos con ella sobre su historia y su paso por la cooperativa. Les compartimos un poco de ello porque nos parece bonito, que quienes eligen nuestros servicios o quienes estén pensando en hacerlo, sepan qué hay detrás de cada servicio que ofrecemos, que conozcan a las mujeres que hacen que éste proyecto sea único y especial.

¿Cuándo llegaste a España Carmen?

Yo llegué aquí en 2016, cuando había entrada libre de turistas. Al principio no me decidía a venir, pese a que mi hermana estaba aquí, pero finalmente se dio la oportunidad de venir con mi hija y lo hice. Recuerdo que fue un 13 de septiembre y desde ese entonces, como todo migrante hemos pasado dolor, hemos pagado derecho de piso.

¿Cómo fue ese primer momento, esos primero días de llegada a España?

No soy de estar en casa, soy muy activa, me gusta estar saliendo y conocer lugares y sitios. Y desde que llegué aquí me mantuve en casa solo un día, al día siguiente que llegué salí a recorrer el barrio. Mi hermana me preguntó, «¿a donde vas?, Voy a conocer», le dije. Porque es un agobio muy fuerte venir de tan lejos y con un hijo.

Yo tomé decisiones muy drásticas, muy duras. Decidí pasar el duelo migratorio, que dura como un año… dos años. Y lo pasé.

¿Cómo sentís que fue pasar ese duelo migratorio?

Cuando estaba en casa era un dolor más interno, trataba de no llorar para que mi hija no me viera. Entonces a los pocos días que llegué, como yo salía, encontré una iglesia que daban víveres y les pregunté cómo podía hacer para recibir ayuda de esos víveres, y me explicaron que tenía que ir a la asistenta social para que me derivara, de todas maneras ese día me dieron arroz, leche y otras cositas. Y el mismo día me fui donde la asistenta a la dirección que me dieron. A ella le comenté mi situación y me preguntó qué quería hacer, por qué había venido. Yo le dije “vine aquí buscando tranquilidad, paz, algo que no tengo en mi familia”.

Ahora esto puedo contarlo serenamente, pero antes todo era llanto, no paraba de llorar. Le dije a la asistenta social que venía a buscar paz y tranquilidad, porque como mujer estaba siendo muy dañada en mi país, muy dañada por mi familia, estaba sufriendo muchos tipos de violencia. Entonces me decidí a venir para cambiar radicalmente mi vida y la de mi hija, porque no quería que ella tenga que pasar por ese tipo de vida que yo estaba llevando, y como toda mujer me llené de coraje y decidí venir. Yo necesidades económicas no tenía en mi país por lo cual tenía que huir, no pasaba necesidades económicas, tenía todo. Me vine dejando mi casa, mi carro, mis cosas, tenía mi dinero, yo trabajaba pero no tenía la tranquilidad que pude conseguir aquí.

Por eso me decidí radicalmente, y dije “me vengo, me vengo con mi hija”. Y así la asistenta me preguntó “qué quieres hacer, qué te gusta hacer”. Y le dije, “mira yo vengo de mi país siendo cocinera, mi trabajo siempre fue la cocina, las ollas, las cucharas y cucharones”. Yo le dije que si me daban la oportunidad de estudiar antes de empezar un trabajo, pues bien, porque yo quería prepararme. Yo quería prepararme porque tuve que dejar la universidad en mi país.

¿Vos ya tenías experiencia en cocina?

Si, yo tenía la práctica, pero yo quería un certificado que me acredite todo lo que yo sabía. Yo en Perú me matriculé pero lo tuve que dejar para venirme aquí, entonces le dije a la asistenta que quería aprender la cocina de aquí, estudiar y aprender. Y ahí fue donde la asistenta me dio una hoja con los datos y dirección de Mujeres Pa’lante, y al día siguiente yo me fui para allá. El mismo año, a los 3 días de haber llegado a España, conocí Mujeres Pa’lante.

Para ese entonces estaba Norma, quien me recibió y me hizo las mismas preguntas que la asistenta social pero de otra manera. Ella me explicó los cursos que daban en Mujeres Pa’lante y le dije: “quiero el curso de cocina”.

A los meses me llamaron, e hice el curso.

¿Qué te pareció la formación?

Super bien, nos enseñaban todo lo que eran las bases de la cocina española y conforme iba avanzando aprendí poco a poco. Conseguí un trabajo cuidando a una persona mayor y al mismo tiempo estudiaba. Luego hice las prácticas y cuando terminé el curso, Norma me preguntó si yo me animaba a renovar el cátering de Mujeres Pa’lante, que para ese entonces no estaba activo. Y le dije que si, porque yo soy de esas personas que a todo dice que si, me aviento a todo, porque como se dice, algo que no sabes, tienes que averiguar e investigar y al final todo se hace.

¿Habías hecho catering en Perú?

En Perú se le llama bufet. Y en el restaurante donde yo trabajaba nos pedían también.

¿Y qué es lo que más te gusta cocinar?

Yo cocino de todo, pero hacer postres no es algo que lo haga con gusto como cocinar una paella, como hacer un ceviche de mi país, pero lo hago y no me sale mal, pienso yo que me sale bien.

¿Te sorprendió la comida española a diferencia de la de Perú?

No, yo al principio pensé que la cocina española era algo… ufff… sobrenatural, porque vemos España como algo sorprendente. Y la verdad es que no, la cocina española me pareció más fácil que nuestra comida, la preparación.

¿Y te gusta?

Si, hago lo que me gusta. Con el cátering hace 5 años que estoy. Hice un año de curso y luego directamente me incorporé al cátering. Y es una laaarga historia, tantas historias. El transporte, las compras…

Claro, me imagino que el procesos fue poco a poco. Y encima luego la pandemia…

Si, cuando iniciamos el catering fue mucho trabajo. Como todo inicio hay que jalar ruedas, entonces íbamos jalando… jalando y justo antes del Covid, justo cuando yo sentía que esas rueditas estaban armadas y funcionando, pum, vino el Covid.

Justo antes de la pandemia nos llegaban caterings de todo tipo de personas, instituciones… y bueno con el Covid nos tocó pasar un duro momento y ahora vamos remontando poco a poco, algunos meses son mejores que otros.

¿Cuáles son tus expectativas y sueños con el cátering?

Mira, yo tuve muchas propuestas de trabajo pero nunca se me fue por la mente el irme del cátering, y no se… será que porque cuando yo llegué a Mujeres Pa’lante Norma me arropó tanto, cuando estaba pasando mi duelo migratorio, que yo pensaba, “yo no quiero dejar esto, a mi me gusta lo que hago”. Y dejarlo, no se me pasó por la mente, a pesar de que tuve ofertas de trabajo. Y en los momentos más difíciles con el Covid nos caemos pero se que nos vamos a levantar, poco a poco. Y ahí estamos, esperando que vaya levantando poco a poco.

Y bueno hay expectativas y cosas que queremos mejorar, como temas de atención, de materiales, y pienso que va a ir mejorando más adelante. Ahora después del Covid estamos de nuevo como en los inicios, porque cuando recién iniciamos no teníamos material, habían cáterings pequeños y grandes y nos arreglábamos con lo poco que teníamos. Me acuerdo cuando hicimos la primer paella para 200 personas, conseguimos los materiales gracias a un arreglo que hicimos.

¿Estabas nerviosa en esa primer paella para 200 personas?

Si, fue para un colegio en Torrassa. Y dicen que salió bien, hasta ahora todas las paellas que hice me dicen que están muy buenas. En el último mensaje de una paella que preparé me dicen que hasta ahora se les cae la baba. Y mientras mis manos lo permitan, yo voy a seguir cocinando. Quiero mejorar e ir a más, no es ser ambiciosa sino ser perseverante e ir adelante, por eso siempre me identifiqué con el nombre Mujeres Pa’lante. Muchas personas pasaron por el cátering, pero yo siempre me quedé y seguiré aquí.

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